Habano de chocolate, café, letras y jazz



Una pitada, una letra y un sorbo de café.
El trío perfecto, un placer idóneo para ese tiempo a solas, de reflexión y de expresión. Porque, muchas veces no expresamos lo que sentimos o pensamos. Guardamos todo eso adentro de una cajita con una llave que quien sabe quién o qué puede abrirla y soltarlo.
Pero la respuesta es algo obvio, ¿no? Nosotros mismos, claro.

Con jazz de fondo, ese swing que te suelta, la lengua, las manos, la forma de sentirte y pensar.

Esa combinación que es casi como una droga, pero de las buenas.
Voy pensando qué escribir, de forma improvisada, mientras mi habano de chocolate se consume, le crece la ceniza, el café se enfría de a poco, pero sigue siendo mi amado café.

A veces buscamos mirar para el pasado y pensar cuánto tiempo fuimos felices, y cuánto tiempo durará esa felicidad, si es que sentimos tenerla. Pero nos olvidamos de que la felicidad está hecha de momentos, de pequeños momentos, de los que no nos concentramos del todo. Lo pensamos a mediano y largo plazo.
¿Cuándo me compro la casa?, ¿Cuándo me compro el auto último modelo en incomodísimas cuotas?, ¿Cuándo la invito a tomar un café a la piba que me encanta?

Nos quedamos en el mar de preguntas de los plazos. Pero, ¿qué hacemos mientras tanto?, ¿cuándo disfrutamos ese momento genuino? Esperamos que se alineen los planetas, las constelaciones; y no somos más que nosotros mismos quienes alineamos nuestro momento, nuestro ladrillo del día, de la semana, del año, de la vida.

En una cita del gran filósofo y escritor André Compte-Sponville en su libro “La felicidad Desesperadamente”, que tanto me recomendó mi vieja, (y con razón), trae a colación una frase de Pascal: <<Todos los hombres buscan la manera de ser felices. Esto no tiene excepción...Es el motivo de todos los actos de todos los hombres, hasta aquellos que se ahorcan>>.

Totalmente certera, pero cómo nos cuesta tomar esa decisión, salir de esa zona de confort que sólo le estamos dando una “mordidita” al universo y a la vida, y nos estamos perdiendo un espectro gigante para “darle un mordisco al universo” como dijo en su momento el gran Steve Jobs.

Y si, qué fácil es predicar y no aplicar, ¿no?
Pero acá estoy, con la combinación perfecta, reflexionando y expresando. El habano de chocolate ya se apagó, al café le di el último sorbo, ahora, sólo queda seguir buscando otro momentito en el cual sentirme un poco más feliz.




Comentarios

Entradas populares de este blog

TE VERÉ EN EL LADO OSCURO DE LA LUNA

CAFÉ CON LETRAS